El popular y fallecido discjockey Erick Morillo tuvo una vida desordenada que prácticamente lo condujo a la muerte, y cada vez se hace más confuso todo lo que rodea su caso.
El DJ estadounidense de origen colombiano Erick Morillo falleció el 1 de septiembre de 2020, a sus 49 años. Desarrolló una gran popularidad entre el público juvenil por su estilo electrónico, llegando a ser considerado como uno de los grandes del «house».
Durante dos décadas, Erick Morillo pudo lograr grandes triunfos en las fiestas nocturnas de Ibiza. A su vez, fue el principal impulsor del sello Subliminal Records. Comenzó su carrera como productor de ritmos en discotecas, pero luego de un viaje a Londres en el año 1995, cambiaría su rumbo cuando entró a la discoteca Ministry of Sound y presenció la sesión de David Morales pinchando sin camiseta.
Absolutamente todo el público que estaba presente lo miraba con gran admiración, algo que no es muy común en los Estados Unidos, donde simplemente bailan sin siquiera percatarse de quién pone la música. Erick Morillo fue el primer DJ en tener un Jet privado con su propio nombre, en el que disfrutaba de la compañía de numerosas y bellas modelos, amistades y mucha Champagne. Son muchos los éxitos que pudo recoger Morillo por su talento, sin embargo muchos aspectos negativos y turbios se formaban a su alrededor.
Lujos, sexo y alcohol en la vida de Erick Morillo
Su vida fue bastante desordenada, quiso vivir en un estilo ostentoso tanto que, no solo tenía el Jet, también se compró un avión que llevaba su nombre pintado en el fuselaje. En las entrevistas que pudo brindar en vida, aseguró que tuvo que trabajar muy duro para conseguir todo lo que tenía y que, en muchas oportunidades, tuvo que pinchar para las chicas y ahí estaba su secreto.
Cheques de grandes sumas de dinero iban y venían de la cuenta de Erick Morillo, asistía a zonas VIP con modelos y nunca podían faltar las botellas de champagne. A pesar de todo el aparente “éxito”, él -en secreto- atravesaba un duro cuadro de depresión. Se sintió inferior al ver como otros DJs más jóvenes, a los que él les enseñó mucho, se habían vuelto mucho más famosos. Pero frente a su público seguía como si nada, mientras ocultaba su gran bajón de autoestima.
Fue cuando comenzó a organizar sus propias fiestas privadas en su habitación y empezó a desarrollar una complicada adicción por la ketamina, una de las drogas más letales que puedan existir. Esta droga acabó con su vida, pasó unas tres veces por rehabilitación, pero constantemente sufría de muchas recaídas, pues se negaba rotundamente a dejar el alcohol.
El propio Erick Morillo llegó a confesar en algún momento que beber alcohol era una puerta inmensa que lo llevaba al descontrol total y, por lo tanto, no lo dejaba salir del pozo en el que se encontraba. Cuentan quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo que tenía un buen sentido del humor: en muchas oportunidades que ofrecía fiestas de piscinas, tenía como costumbre lanzar muchísimos billetes de 50 euros para luego reírse al ver cómo se lanzaban para agarrarlos.
El punto más fuerte que vivió
Quizás todos fueron fuertes, no obstante los que más le generaron estrés y lo hicieron tambalear fueron los tres arrestos que sufrió, y por lo menos dos años, British Airways le prohibió tomar sus vuelos porque siempre dejaba droga en sus aviones. Erick Morillo sentía el rechazo de la gente y eso lo ponía muy mal. Otra de las cosas que lo marcó fue el divorcio en el mismo año en que se casó. El grande y robusto hombre que conocía su madre, ahora pesaba unos 54 kilos, y eso le partía el alma cada vez que lo visitaba en aquel hospital donde se encontraba.
Cada vez que lograba limpiarse la sangre de la ketamina, volvía con todo a las cabinas para mezclar la mejor música y solo pinchaba una vez cada dos meses. Casi siempre se llevaba a sus sesiones a un amigo sobrio para que lo ayudara a no caer en tentaciones. La droga lo hizo ver una realidad que no existía, de pronto se dio cuenta que tenía propiedades, grandes cantidades de dinero en el banco y amigos con quien compartir. Pero ya era tarde.
Fuente: Vozpopuli